Aquello que urdiste con lo liviano,
lo llevo yo para honrar a la piedra.
Cuando en la oscuridad a los gritos
despierto, alienta sobre ellos.
Pasa, cuando debo tartamudear,
que forma olvidados pliegues,
y el que ahora soy absuelve
a ese que antes yo fui.
Pero el dios de los escombros
roza su más sordo tambor,
y tan pronto el pliegue se deja,
frunce el tenebroso su ceño.
Totenhemd (Paul Celan)
Trad. Roberto Zeballos
No hay comentarios:
Publicar un comentario