lunes, 30 de noviembre de 2020

Nosotros

 


Nos íbamos quedando sin aliento, mientras escapábamos para encontrarnos. Nosotros

Revelábamos el filo de las luchas de nuestros ancestros, estábamos listos para Golpear.

Era difícil perder tus días en el bar indio si eras Correcto.

Fácil si jugabas al billar y tomabas para recordar olvidar. Nosotros

Concebíamos planes para ser profesionales –lo hicimos. Y algunos podíamos Cantar

Cuando conducíamos hasta el filo de las montañas, con un tambor. Nosotros

Nos explicábamos nuestras hermosas alocadas vidas bajo las estrellas rutilantes. Pecar

Fue invento de los cristianos, y el Diablo también, cantábamos. Nosotros    

Éramos los paganos, pero necesitábamos que ellos nos salvaran: Sutil

Posibilidad. Sabíamos que estábamos todos vinculados en esta narración, algo de Ginebra

Va a clarificar la oscuridad, y hacernos sentir con ganas de bailar. Nosotros

Tuvimos algo que ver con el origen del blues y el jazz

Discutía yo con la música al llenar la jukebox de monedas en Junio,

Cuarenta años después y aún queremos justicia. Aún somos América. Nosotros. 

 

 

An American Sunrise

Joy Harjo - 1951-

jueves, 29 de octubre de 2020

Nota de suicido

 

Espero que Jesús te haya llevado consigo

a pesar de las décadas que han pasado, de lo distanciados que nos volvimos

     entre la transfiguración del amor en odio y aquellas tristes cartas

                     y llamadas y tu rostro deshaciéndose dentro de un dogal que

Hoy no

     Puedo nombrar a los dioses

                     que al final venerabas, si los hubo, es imposible

elogiar al que es devotamente un miserable. Y que se joda mi iglesia que

     pone en el infierno a los pobres y sufrientes

                     bastardos como tú, incapaces de llevar las máscaras

de sus propios rostros. Querías con palabras formar

     una alternativa al mundo que se atrevió

                     tan implacablemente a imprimirse ante tus ojos, pues no

podías, nunca pudiste

     refutar completamente lo real o justificar el triste peso de tu cuerpo, ganarte

                     un espacio legítimo o pagar por las porciones del oxígeno que

te legaron. Más de una vez me pediste

     que respirara en tus pulmones como la soprano en la ópera

                     tanto quería yo que mi fantasma te habitara y que ingirieras mi creencia

en tu –aparte de eso solo probable– alma. Me pregunto si sienten

     tu muerte como un fracaso todos los que alguna vez

                     te amaron como si nuestro rcp colectivo se detuvo

demasiado pronto, se perdió la carga del desfibrilador, el cadáver

nos castigó al no volver a sentarse. Y perdona mi convicción

                de que todo suicida es un cojudo. He aquí una buena razón de que yo no sea

Dios, pues cruelmente aplastaría a todo el que se aplastó a sí mismo.

     Solo quería decir ja ja, a pesar

                     de todo tu esfuerzo estás cada segundo

vivo de un modo insoportable para todos los que te hemos respirado muy adentro,

     cada par de pulmones, esas implantadas alas rosa, globos rosados. 

                     Te expiramos como aire y te vemos alzar como la lluvia. 

 

Mary Karr: Suicide's Note: An Annual