Más que los embudos fucsias abriéndose
en el manzano silvestre, o el obsceno
desplegarse
de las ramas en el cerezo del vecino, con sus
flores
algodón caramelo empujadas contra el cielo
pizarra
de las lluvias de primavera, es el verde de
los árboles
lo que me conmueve. Cuando todo el golpe de
blanco
y melcocha, baratijas y oropel del mundo, ha
dejado
esparcido el pavimento con el confeti del
después,
vienen las hojas. Paciente, laboriosa, una
piel verde va
creciendo sobre lo que sea que el invierno nos
hizo,
un regreso a la idea del continuo de la vida
pese al
desastre, el daño, el vacío que somos. Bien
pues, parece
decir el árbol, me haré cargo, y una hoja
nueva, lustrosa,
deshace el puño en palma, de todo me haré
cargo.Instructions on Not Giving Up
Ada Limon (1976)
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