Mi tardío encuentro con Robertson
Davies principió con este volumen. Deptford es una aldea rural del oeste del
Canadá, donde a comienzos del siglo pasado nace el protagonista y narrador de
esta historia, Dunstan Ramsay. Destinado a crecer en un ambiente de estrechez
material y espiritual, Ramsay trata de adentrarse, mediante las lecturas y el
estudio, en otros ámbitos o realidades que estén desligadas del puritano
sentido práctico de sus mayores; es así como descubre la magia artística, los mitos
y la hagiografía católica. Sin ser un creyente, Ramsay comprende que hay ciertas
realidades no verificables a partir de la información de los sentidos, injustificables
e ignoradas dentro del pensamiento moderno, que él denomina realidades psicológicas, cuya influencia
en la vida ordinaria de algunas personas resulta ser mucho más determinante que
los acontecimientos “reales”, y sus necesariamente predecibles y lógicas
consecuencias. Son precisamente estas personas las que, para él, resultan tener
una vida más interesante que aquellos otros que han reducido su existencia a los
parámetros convencionales de lo racional y provechoso, y viven con una
conciencia tranquila por el relativo bienestar y el éxito social alcanzados por
su buena conducta.
Junto a unos caracteres
provincianos casi modélicos, y sobre un fondo tantas veces utilizado como el de
la Gran Guerra y la posterior crisis económica de los años de 1930, se destacan
otras vidas en las que todo el sentido de lo “correcto” falla y sus
protagonistas se decantan hacia existencias excéntricas, sufrientes o bizarras.
Sus decisiones y actos (y las consecuencias de éstos) buscan ser comprendidos y
explicados por Ramsay sobre la base de nociones más complejas que la de los
premios y castigos de una ética cristiana simplistamente concebida por quienes
“conservan la crueldad de la doctrina sin la gracia poética de los mitos”. Es
precisamente a través de este intento por recuperar el componente mítico de la
cultura occidental, y su relación con el inconsciente individual, que Ramsay
trata de entender la función o “rol” que él mismo, con sus decisiones
personales, ha jugado a lo largo de su vida, respecto de los demás que lo
rodean, y que es en lo que consiste la noción de “quinto personaje” que da
título a la obra.
El resultado es un relato lleno de intriga, contado con mucha gracia, desde una perspectiva culta y reflexiva, con interesantísimos puntos de vista sobre la conducta y la historia humanas, sin caer jamás en lo pedante, y que despierta además una enorme curiosidad por seguir con los otros volúmenes que conforman la Trilogía de Deptford; en los cuales otros personajes del entorno de Ramsay toman la palabra para reflexionar, siguiendo esta misma línea psicológica y a partir de unos mismos hechos, sobre sus propios destinos.
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