Esta obra consiste en el complejo y exuberante desarrollo de una idea y todo en ella está al servicio de la plasmación de dicha idea, los personajes y las situaciones puestos al servicio de su representación progresiva a lo largo del texto.
Lo que, me parece, le interesaba al autor es la construcción de la noción de que en el Nuevo Mundo persisten formas de vida que en el Viejo Continente pertenecen completamente al pasado y son incomprensibles a sus habitantes, quienes viven inmersos en la civilización de la máquina y en la vida deshumanizante de las grandes ciudades, lo cual incluye a artistas e intelectuales presuntamente anti-burgueses; por el contrario, al avanzar en su viaje, el protagonista de la novela asiste a una experiencia que sólo es posible en el Nuevo Mundo, la experiencia única de vivir en carne propia (y en su propia alma, sobre todo) unas formas de existencia propias de siglos anteriores, en las que el hombre tenía la libertad y la necesidad de afrontar su propio y trágico destino de ser mortal, a lo que la vida moderna le ha sustraído para condenarlo a una existencia anodina y vacía.
Todo en la novela tiende a ser expresión de esta tesis, incluso el ritmo trepidante y los personajes arquetípicos, y las mismas relaciones entre ellos. Esto puede verse como un defecto esencial, puesto que la tesis de Carpentier puede finalmente considerarse otra “utopía” más, una representación meramente ideal de América, aunque él se cuide de demostrar que todo se asienta en experiencias reales, pero yo creo que a la larga lo que importa es que Carpentier jugó sus cartas en este sentido y consiguió una novela exquisita, exuberante, amena y emotiva…, más allá de que su tesis fuera o no verdadera
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