Algunos giros inesperados nos siguen a todas
partes.
Buscaba en las compras algo que reemplazara a
lo que sentí alguna vez. ¿No había edificios
allí
donde una vez vivimos, totalmente amueblados
y
que miraban hacia el mar? ¿No destilábamos de
los
vecinos los necesarios códigos y
gestos? En el fondo somos todos errabundo
andar,
empujados a llenar el espacio en blanco.
Pero fue aquí, el destartalado Cape Cod
de desgoznados postigos carcomidos
restaurados después, arreglados y repintados.
Toma solo una fragancia de rocío marino
el traernos al una vez fue: parcamente,
el bikini, la playa, la conversación,
el velo del verano, parcamente el motor
trasegando hacia el amor, y también el manto
del universo. Gracias a este aroma nos
sentamos bajo nuestro cedro preferido,
o nos figuramos la vieja y temida barbería.
Quiero
ahora que alguien toque mi mejilla y mi
cabello.
Quiero que me quiten la sal con un pañuelo.
A Few Surprising Turns Ira Sadoff, 1945.
Imagen: themystic50.tumblr.com
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