Tocaban
villancicos en la radio de la cocina, alta
una noche
fría, y al entrar en el dormitorio y
desarrugar
la alfombra navaja llena de bolsas,
recordé
de pronto cómo a las primeras ocho notas de
escuchad, los ángeles mensajeros
cantan las
sentía yo
vibrando
por todo mi cuerpo, aquella primera vez—
Tenía
once y era inexperto,
recordaba
cuando tenía diez
y un
vahído en la iglesia por el dulce amoníaco de las azucenas de Pascua
que
invadían mis fosas nasales con fragancia
y también
el vacío de aquello—el señor de la danza,
en un
arco de agonía, arriba sobre varillas…
Trombone (Norman Dubie, 1945)
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