jueves, 1 de enero de 2015

Solsticio estival



La noche adolescente, respiro del pueblo,
Columpios y susurros, invisibles hojas de maple
Desplegando la luz lunar con más quietud que un muerto
Después del canto de la langosta. Estas casas eran mías
Y no lo son ahora para siempre, en los escalones estos
Niños que imagino dispersos en muchos lugares,
Perdidos entre años mudos, y tan extrañamente conocidos.

Este asunto está ya acabado. Si en la oscuridad
Refulge la luciérnaga y cae desde su altura,
Pero la mano de alguien la acoge, el húmedo gras
No es más su lecho. Desde rincones del césped
Vestidos albos de crepúsculo ondean y desaparecen.
Antes de nuestra hora de dormir había cosas que decir,
Recordando la corteza del árbol, grillos, la primera estrella…   

    Después, y mientras la murria del tiempo
    Dejaba atrás al verano, aquí en un país ajeno
    Di forma a mi temor perfecto y flor de mi pensamiento:
    No siendo ya presto el sueño en los brazos del dolor,
    Son pertinentes las revisitaciones con un carraspeo,
    Y hay algo que podría volver a decir si no hubiese
    Omitido hacerlo para siempre, si quedara tiempo.  




Midsummer, Robert Fitzgerald

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