La
noche adolescente, respiro del pueblo,
Columpios
y susurros, invisibles hojas de maple
Desplegando
la luz lunar con más quietud que un muerto
Después
del canto de la langosta. Estas casas
eran mías
Y no
lo son ahora para siempre, en los escalones estos
Niños
que imagino dispersos en muchos lugares,
Perdidos
entre años mudos, y tan extrañamente conocidos.
Este
asunto está ya acabado. Si en la oscuridad
Refulge
la luciérnaga y cae desde su altura,
Pero
la mano de alguien la acoge, el húmedo gras
No es
más su lecho. Desde rincones del césped
Vestidos
albos de crepúsculo ondean y desaparecen.
Antes
de nuestra hora de dormir había cosas que decir,
Recordando
la corteza del árbol, grillos, la primera estrella…
Después, y
mientras la murria del tiempo
Dejaba atrás al verano, aquí en un país ajeno
Di forma a
mi temor perfecto y flor de mi pensamiento:
No siendo
ya presto el sueño en los brazos del dolor,
Son
pertinentes las revisitaciones con un carraspeo,
Y hay
algo que podría volver a decir si no hubiese
Omitido
hacerlo para siempre, si quedara tiempo.
Midsummer,
Robert Fitzgerald
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