sábado, 4 de junio de 2011

Brooklyn (Colm Tóibín)

Pese a su título, esta es una novela irlandesa, por sus personajes y por su temática. Centrada en la personalidad de su protagonista, Eilis Lacey, el narrador omnisciente nos muestra, con mano maestra, rincones profundos de la psicología de esta joven que debe, a una temprana edad, alejarse de su ciudad natal y su familia, para buscar un mejor futuro, allende el mar, en la lejana Brooklyn.

Con un ritmo y un orden narrativo clásicos, se presentan los acontecimientos que conducen a Eilis a abandonar dos veces su patria y su hogar, mostrando con acierto, los conflictos internos, el sufrimiento y la dicha que experimenta una mujer inexperta y dubitativa, pero que lucha por ser feliz y, a la vez, coherente con sus creencias religiosas y morales, frente a los hechos de la vida: las diferencias sociales, los ritos del enamoramiento, las expectativas de un entorno colmado de códigos, el afecto por los seres queridos, el deseo de felicidad y el despertar de la vida sexual.






Me ha parecido excepcional la capacidad de su autor para internarse en el rico mundo afectivo femenino, no sólo de la protagonista, sino de todo el entorno familar y laboral, en Irlanda y América, en el que se desarrolla la historia. El afecto entre mujeres, así como sus celos, resentimientos y rivalidades, expuestos a través de verdades nunca dichas o expresadas sólo a medias, constituye parte esencial de esta novela. La presencia de secretos y el miedo a manifestar los sentimientos y las expectativas más íntimas son una carga interior con la que se debaten constantemente los personajes.



Eilis, en cierta manera, se deja arrastrar por los acontecimientos, al tiempo que trata de aprehenderlos e interiorizarlos constantemente; lucha por su independencia y por afirmar su yo, al mismo tiempo que trata de complacer a sus seres queridos y a las personas que tienen autoridad sobre ella, de no herir sus sentimientos u ofenderlos con su conducta. Se muestra finalmente que es imposible sostener permanentemente esta dicotomía. Durante la novela, no son las decisiones o los sentimientos personales de Eilis los que orientan su destino; sobre ella tienen enorme influencia las expectativas y la voluntad de otras personas.




Me ha gustado, por otra parte, la maestría del novelista para describir el entorno social y cultural irlandés, tanto en la isla como en Brooklyn, durante los años ´50 (época en que se desenvuelven los acontecimientos), así como ciertas costumbres y circunstancias que hoy parecen tan lejenas en el tiempo (y que me recuerdan a los años de juventud de mis padres) como, por ejemplo, la novedad que representa para Eilis el "estilo italiano" de llevar la ropa de baño a la playa y la necesidad de cuidar la "figura", antes normalmente cubierta por prendas largas y pudorosas, la discusión acerca de si valdría la pena comprarse un aparato de TV dado que no se sabe si seguirán haciéndose programas de televisión en el futuro, el progresivo aumento de la población negra en Brooklyn (esto es, años antes de la época en que se desarrolla la primera parte de The Fortress of Solitude) y el modo en que funcionaban los primeros grandes almacenes de ropa, entre otros.

Este libro es una pequeña joya que me ha traído momentos de mucho placer mientras he estado reponiéndome de una gripe un poco fuerte. Me ha recordado a dos novelas españolas que leí años atrás: Donde las mujeres, de Álvaro Pombo y Jaque a la dama, de Jesús Fernandez Santos.

En la figura se muestra la tapa de la edición que he tenido en mis manos; la única diferencia es que la mía, un ejemplar de segundo uso, ha perdido la banda amarilla que lleva el título del libro.

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