
Estas hermanas son tres jovenes huérfanas, pertenecientes a una familia aristócrata de provincias, cultivadas y sensibles, que sienten languidecer sus vidas en el tosco ambiente de la pequeña ciudad donde viven.
En la obra se contrapone el carácter idealista, que aspira a una vida más plenamente humana, de unos personajes, con el de aquellos que han renunciado completamente a este tipo de esperanzas y se resignan a una rutina que se presenta como idiotizante y bárbara. La lectura del texto me dejó un regusto tragicómico, mientras que la representación teatral tuvo un sesgo mucho más dramático, al final un poco exasperante y hasta pesado.
Particularmente, he pensado, a raíz de esta experiencia, en todo aquello que puede llegar a convertirse, para una persona, en una cárcel invisible: la propia crianza, por ejemplo, o las expectativas y las limitaciones que impone una condición social, y lo que en una determinada época se considera como "el saber" y lo que se vislumbra en el futuro como algo menos insatisfactorio que el presente.
Así, la insatisfacción de las tres hermanas de esta obra viene a ser la consecuencia de su particular educación, pero me parece que esa misma educación es la que les imposibilita superar las barreras que -como el bosque figurado de la escenografía, siempre presente- las rodean y apresan. Su aspiración a una vida mejor está lastrada, lamentablemente, por esa sensibilidad cultivada que les lleva a soñar y hablar incansablemente de un futuro en el que desaparecerán las mezquindades e injusticias de la sociedad en que viven, pero para el que no están verdaderamente preparadas, hacia el que no pueden caminar por su propia cuenta, o (peor aún) que excluye completamente su particular modo de vida.
Así, la insatisfacción de las tres hermanas de esta obra viene a ser la consecuencia de su particular educación, pero me parece que esa misma educación es la que les imposibilita superar las barreras que -como el bosque figurado de la escenografía, siempre presente- las rodean y apresan. Su aspiración a una vida mejor está lastrada, lamentablemente, por esa sensibilidad cultivada que les lleva a soñar y hablar incansablemente de un futuro en el que desaparecerán las mezquindades e injusticias de la sociedad en que viven, pero para el que no están verdaderamente preparadas, hacia el que no pueden caminar por su propia cuenta, o (peor aún) que excluye completamente su particular modo de vida.
Una de las cosas que uno siente al terminar la obra es que una vida joven y dotada de mucho valor puede ser un desperdicio completo, y que eso puede deberse, paradójicamente, a que las condiciones que propiciaron el cultivo de unas cualidades espirituales conducen al mismo tiempo al hábito de sentirse inconforme y a formular sueños bienintencionados que no serían posibles si antes no desaparecieran esas condiciones sociales o culturales que han hecho posible la existencia y cultivo de aquellas cualidades y aspiraciones.
De hecho, uno se pregunta cuál fue ese mundo mejor con el que finalmente se consuelan, al final de la obra, las tres hermanas, ese mundo que justificaría sus sufrimientos del presente: qué cosa resultó siendo finalmente esa "utopía", en la que el cinismo y el pragmatismo más cruel tomaron el lugar de aquellos ideales decimonónicos de progreso y humanidad.
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