lunes, 24 de agosto de 2015

Vestigios



Me gustaría tanto nadar en el Atlántico,
nadar con alguien que comprendía por qué
mi temor de ahogarme no me juega tan sucio

como el de unos huesos trasegando el lecho marino.
Me gustaría sincronizar mi braceo con una amada.
Me gustaría estar en la cubierta de un bote

y lanzarme al mar y decir, sígueme,
y saber que lo harías. El mar está frío
y además es muy hondo, añadiría en broma,

quieto, sujeto al borde de la proa del bote.
Sopla un viento a través del mar,
allegándose suave a los bordes del tiempo.    

Con un perro pataleando detrás de mí,
quiero arrastrarme a través del agua
sin dedicar pensamientos a un futuro.

He puesto la vista en la orilla
y allí te fijo  –estable, enfocada–
pero te dejo cuando, desde abajo,

un llamado destriza la superficie.  



(Vestiges, A. Van Jordan)

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