domingo, 26 de julio de 2015

Sudario




Aquello que urdiste con lo liviano,
lo llevo yo para honrar a la piedra.
Cuando en la oscuridad a los gritos
despierto, alienta sobre ellos.

Pasa, cuando debo tartamudear,
que forma olvidados pliegues,
y el que ahora soy absuelve 
a ese que antes yo fui.

Pero el dios de los escombros
roza su más sordo tambor,
y tan pronto el pliegue se deja,
frunce el tenebroso su ceño. 


Totenhemd (Paul Celan) 
Trad. Roberto Zeballos

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