sábado, 26 de marzo de 2011

The Fortress of Solitude (Jonathan Lethem)



Este es uno de los libros más bonitos e interesantes que he leído en los últimos años. Me ha impresionado sobretodo la primera parte (titulada Underberg), que es un recuento o memoria, escrito en tercera persona, de los años de infancia y adolescencia del protagonista (y narrador) Dylan Edbus, a partir de aquellas impresiones que cautivan e importan a un niño, primero, y luego a un adolescente, es decir evitando cualquier conexión con la persona del adulto que es el mismo Dylan en el presente.


Como si fuera aquel pequeño y joven Dylan otro ser, su mundo, un paisaje de imaginación, hecho de las preocupaciones, anhelos y miedos de un niño.


Está escrita con una minuciosidad de relojero para esos detalles que definen la visión de un joven de su propio entorno, del ambiente en que le ha tocado crecer, en este caso un barrio bajo de Brooklyn en los años ´70, donde viven negros y latinos pobres en su mayoría, que asisten a escuelas públicas en las que no hay nada que aprender y mucha música nueva que escuchar.


Paso a paso, seguimos la trayectoria de Dylan, desde la vereda frente a su casa, a la cuadra donde vive y a las escuelas públicas que debe frecuentar, por el idealismo de sus padres; su peculiar forma de superar su miedo a este ambiente, en que él forma parte de una minoría racial, y de adaptarse a los juegos y reglas de la calle, refugiándose en la amistad con otro joven de su misma edad, Mingus Rude, hijo de un cantante negro de música soul en decadencia y una mujer blanca ausente.


Esta trayectoria termina con la entrada de Dylan en un ambiente diferente, donde él deja de sentirse temeroso y excluido, necesitado de la protección de Mingus; en su rechazo hacia aquel mundo de su infancia, del que comprende que debe huir para siempre.


Las otras dos partes del libro me parecen epílogos o complementos de la primera. Nos encontramos con el Dylan de fines de los '90, un hombre soltero, inmaduro, inseguro y resentido, que se ha ido a vivir a California y trata ahora de explicarse, a través de su reencuentro con aquel mundo de Brooklyn que dejó atrás, sus dificultades y cuestionamiento del presente.


El contenido de este libro tiene que ver mucho con las marginaciones raciales, la música americana de los ´70, las drogas, las utopías de los padres sesenteros blancos, temas que seguramente alguien más versado que yo podría aclarar y exponer. A mí me interesó por su peculiar manera de recrear una infancia que me trajo varios recuerdos de la mía, de ese ambiente de juegos callejeros, de nuevos discos de música, de historietas con superhéroes, de jerarquías y arbitrarias diferenciaciones infantiles y juveniles, de padres con ideas demasiado originales y poco realistas.


Cómo el deseo de crear esa "zona intermedia", esa utopía, afecta al niño que viene al mundo para tratar de hacerla realidad. Cómo este niño llega a comprender que el mundo real es muy diferente a los sueños que sus padres, aficionados a la marihuana, han urdido como un modo de vida superior, una utopía que llega a tener, a las justas, algunos momentos de vigencia, para luego ser tragada por el exceso, la ignorancia o la ambición.


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